Autor: Javier Vascónez
Desde una mirada machista van desgajándose episodios de la
vida de un joven (presumo Quiteño), que conforman un mosaico pesimista, cargado
de rencor y tristeza que van envolviendo al protagonista en un ambiente de inseguridad,
enfermedad y muerte. La prematura y en cierta forma misteriosa ausencia del
Padre , cuando más lo necesita , da como resultado una adolescencia cargada de
soledad e interrogantes ,lo cual aunado a su dolencia, grafican una vida llena
de altibajos miedos y una profunda y desestabilizadora presencia de la
permanente injusticia provocada en gran parte por la actitud inflexible de un
Padre –periodista –escritor que no está dispuesto a hacer concesiones en sus
ideales políticos en relación a la corrupción que rodea al que fue su amigo,
del cual se distancio por no estar de acuerdo con su forma poco ortodoxa de gobernar.
Este enfrentamiento permanente con el otrora amigo y camarada desencadenan
todos los infortunios y fuerzas negativas que van irrumpiendo en las vidas de
esta familia, aparentemente normal, que sin embargo va señalando a través de la
novela de ausencias, desencuentros y el perfil de una típica madre de clase
media incapaz de afrontar con coraje y audacia las circunstancias desfavorables,
que impiden que el hijo y su hermana accedan a una mejor calidad de vida.
En resumen: el desencanto, la lucha por la sobrevivencia, la
enfermedad y la permanente insatisfacción con el destino que marco su suerte,
logran que el perfil de esta novela correspondan al ambiente estrecho, pacato,
de una sociedad que recién va saliendo del provincialismo, marcando un ritmo
triste, deprimente y pesimista. Qué corresponde a esferas sociales de clase media,
sanduche, que le niega oportunidades de éxito económico y mediocratiza al
conglomerado social, donde aún subsisten las escasas pero poderosas clases
dominantes aprovechadoras, que lucran día a día con el infortunio de las capas
menos afortunadas de la población y que hacen bandera de la corrupción rampante.
Hay un hilo de esperanza de días diferentes pero no por ello
más luminosos , a través de la ventana del amigo Ramón que como las grandes
mayorías, es expulsado a buscar en otro país y en otros entornos una vida de
trabajo satisfactorio a pesar de ser uno más de los tatuadores que comercian
con la piel de quienes en el primer mundo buscan destacar aunque sea de manera
diferente a través de la decoración y el trabajo lineal de cuerpos que con imágenes
llenas de formas colores y diseños que atraen la libido de quienes las
contemplan y conviven con estos seres que buscan con desesperación ser motivo
de admiración y protagonismo , que de otra manera pasarían desapercibidos.
Por último me agradói la descripción de los entornos y de
los barrios de Quito, que permiten al lector ubicuidad por la acertada
descripción de los mismos.
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