Autor: Tomás González
Obra cuyo lei motive deviene en la Eutanasia, con el conocimiento, apoyo y respaldo de los mas íntimos familiares de un hijo de familia, joven, cuya mala fortuna los sitúa ante la dramática disyuntiva ,la cual a pesar de ser penada por la ley es aceptada en el mundo contemporáneo desarrollado, como la única alternativa medica para poner fin a los días de una situación de salud insoportable ,con dolores de una intensidad cuya única salida viable es la muerte asistida, rodeada de un silencio cómplice; el Padre, la Madre, hermanos y amigos mas íntimos, van tejiendo la urdiembre cuyo protagonista en su desesperanza lo único que ambiciona es cortar definitivamente con los atroces dolores que no le permiten seguir viviendo .
En la búsqueda de la panacea definitiva consiguen lejos del lugar donde habitan al Médico que le proporcionara la ayuda letal para poner fin a sus días.
El autor al que dicha decisión estremece los cimientos de su religiosidad ,sin embargó la afronta con relativo estoicismo ,del cual participa el resto de la familia, obligados por las circunstancia de sobrevivencia económica ,social ,incluida la soledad de un inmigrante cuyos nexos familiares se mantienen a la distancia, gracias a los medios de comunicación de una sociedad desarrollada que no da espacio para contemplaciones de índole practica y que exige soluciones económicas perentorias a la economía familiar ,que se va convirtiendo en exigua ,por los costos que debe asumir con una enfermedad catastrófica de uno de sus miembros.
Alrededor de este eje se desarrolla el devenir de una familia cuyo máximo medio económico está íntimamente ligado con la pasión de David cabeza de Familia ,pintor de lienzos cuya obsesión por capturar la luz que despide en el agua el ferry de staten Island ,(N.Y.)le da título a este libro por lo difícil que resulta para el artista plasmarla en el lienzo. Aunado a la dramática espera y desenlace de la decisión del hijo Jacobo de ponerle punto final a una vida sin vida, David deja correr los pensamientos que atenazan la incertidumbre del fracaso o éxito de la misión de Jacobo en busca de el descanso final ,y el reconocimiento del avance del tiempo, qué implacable tritura la joven vida del hijo, él artista que hay en David piensa que la Luz siempre inasible es eterna y que la que había en el agua junto a los borbollones de la hélice del barco, por más que la miraba y retocaba, no conseguía plasmarla completa, es la luz que contiene a las tinieblas, a la muerte.
El autor juega magistralmente con los tiempos en forma imperceptible, lleva al lector desde New york a la Mesa de Juan Díaz, pueblito ubicado en tierra caliente y no muy distante de Bogotá, allí en la Mesa en donde él y Sara su esposa, tienen una finca que les sirve de retiro al regreso de los años transcurridos en el extranjero, lugar descrito como paradisiaco y rodeado de jardines que Sara cultivó con esmero antes de sobrevenir su muerte.
Finalmente el autor se enfrenta a la vejez, optando por escribir que son las posibilidades que le restan ya que padece degeneración macular que le impide pintar y que si no fuese por la ayuda de la empleada domestica que durante el día desempeña el oficio domestico además de convertirse en lazarillo improvisado, escribe con su desigual escritura y peor ortografía lo que el autor le dicta.
Personalmente me siento invitada a una tenaz y personal controversia en la que están involucradas las creencias religiosas, además de mi amor a la vida que me obligan a luchar contra la enfermedad y la adversidad, aunadas a la fe inamovible de mi pensamiento : que el valor no está en morir sino en vivir ,y a pesar de la teoría actual sobre la calidad de vida, sostengo que pelear por vivir consiguiendo ayuda profesional,divina, o de la índole que sea,conservar el don de la vida merece todas las luchas del mundo, el interrogante esta en no acobardarse.
Traspaso esta mi inquietud a todas mis amigas, que estoy segura tendrán disimiles opiniones todas muy respetables por cierto.
Le doy gracias a la vida que tengo ojos para ver, oídos para escuchar, manos para escribir y cabeza clara para razonar.
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